Y lloro... sin derramar ni una lágrima. Miro hacia atrás y hago un repaso de mi vida y solo veo una vida llena de equivocaciones, una tras otra, y me siento vacío. Nadie elige ser como eres, y la vida y las circunstancias te van golpeando y moldeando el alma. Miro a mi alrededor y solo veo oscuridad. No hay ni un pequeño rayo de luz que me guíe hacia la felicidad y cuando aparece un poco de claridad... camino firmemente hacia ella, pero acaba desapareciendo entre las tinieblas. Golpe a golpe voy cayendo y volviéndome a levantar y camino perdido. Siento la soledad entre la multitud y busco donde apoyarme, donde llorar y desahogarme pero no lo encuentro. Y quiero llorar y no puedo... necesito explotar y soltar todo lo que llevo dentro, porque no aguanto más. Las lágrimas se asoman a mis pupilas pero no fluyen. Son como agua estancada que no encuentra salida. Y otro día más que llega y otro día más que pasa y la vida continúa... y el desierto de sentimientos se va apoderando de mi alma. Y vivo... porque este corazón se empeña en latir día tras día y no encuentro la manera de convencerle para que pare. Hay días que quisiera cerrar los ojos y entrar en profundo sueño, y viajar y no volver a despertar. Quiero morir pero no puedo... porque ya estoy muerto.
Manuel Hernández Mata