sábado, 1 de junio de 2013

Contigo

Mmmmm. He dormido genial, menuda siesta. Me encanta despertarme sintiendo este calorcito y abrazado a ella. ¿Cómo hemos llegado aquí? Ah, ya recuerdo, después de la comida me puse un poco pesadito. Y al parecer gané yo. Me encanta estar con ella. Es tan dulce, tan tierna. Parece que solo tiene ojos para mí. Me resulta imposible calcular el tiempo que llevamos juntos. Un día, de repente, nos conocimos y desde entonces no nos hemos separado. Yo podría estar con cualquiera. Ya sé que suena pedante, pero es la verdad.         A veces tan solo con una sonrisa las conquisto y antes de que me dé cuenta ya están intentando abrazarme y besarme. Confieso que me gusta provocarlas y a ella esto le pone muy celosa, pero que quieres que haga, no tengo la culpa de ser irresistible. Pero siempre me perdona y vuelvo a su lado. Ella es preciosa, la mujer más bonita que he visto nunca. Sus ojos color miel no paran de enviarme amor y sus labios son mi fuente de dulzura. Me encantan sus besos y sus abrazos, esos abrazos fuertes que me hacen notar sus pechos. ¡Uf, sus pechos! Me vuelven loco. Hay noches que me abalanzo sobre ellos y no puedo parar, hasta que el cansancio puede conmigo. Luego, de madrugada, me despierto y vuelta a la carga. Creo que estoy obsesionado con ellos. Y ella nunca me dice que no. Es la mujer perfecta. Además me cuida mucho, siempre está preocupada por mí. Esto me agobia un poco, pero no lo hace con mala fe. Me vino muy bien una vez que pillé un gripazo. Me encontraba fatal. Ya sé que los hombres somos un poco quejicas, pero no tenía ganas de nada y ella no se separó de mi lado ni un instante. Ella es maravillosa. Todo el mundo la quiere. Incluso el tipo ese con el que quedamos tanto que es como de la familia. Se le nota en la mirada que está enamorado de ella y no le culpo, es normal. Además me cae bien, es muy gracioso y cuenta unas cosas que te partes. Un día le vi que la besaba. Me molestó y se lo hice saber, pero no pasa nada, soy un hombre del siglo XXI. Esas cosas son normales. Además, no tiene nada que hacer, ella está perdidamente enamorada de mi. ¡Pero mira qué hora es! Creo que me he vuelto a dormir. Tengo un hambre que me comía un elefante. Pero, ¿dónde está ella? Voy a llamarla. Aparece con su sonrisa de siempre y trae la cena. ¡Mi plato favorito! Esta mujer es maravillosa. No sé, siento algo especial, algo que nunca había sentido antes, solo quiero notar su calor cerca de mí. Me parece que llevamos juntos desde siempre y estaría toda la vida a su lado. Creo que yo también me he enamorado. Llevo un tiempo pensándolo. Quizá se lo debería decir ya. Seguro que se emociona y se le llenan los ojos de lágrimas. Decidido. Cuando acabe de cenar se lo digo. Allá voy: -Mmma-má. ¡Toma, la tengo en el bote!

Jorge Moreno